La clave de la chifon estampada o gasa shifonne es su comportamiento único reside en su proceso de fabricación, específicamente en el uso de hilos de alta torsión, comúnmente denominados hilos crepados.
El proceso consiste en torcer fuertemente los hilos de seda, algodón o fibras sintéticas antes de tejerlos en un patrón liso. Esta alta torsión es la causa directa de las propiedades aparentemente paradójicas del chifón. Por un lado, crea una superficie con una textura sutilmente áspera o "arenosa" al tacto, perceptible a microescala. Por otro lado, esta misma estructura de hilos torcidos evita que las fibras se adhieran entre sí, lo que permite que la tela en su conjunto se mueva con una libertad y fluidez extraordinarias. El resultado es una caída descrita como "volátil" y "lánguida", que reacciona al más mínimo movimiento del aire, creando los efectos visuales etéreos por los que es tan apreciado. A esta cualidad se suma un brillo sutil y difuso, que lo distingue claramente del lustre intenso de otros tejidos como el satén o el charmeuse.